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Ajústense los cinturones





Por Alejandro Borensztein   *
 

Esta semana el Presidente declaró: “Vengo a terminar lo que empezó Néstor y siguió Cristina”. Antes que nada, nos complace informar que el Gobierno va a lanzar a la brevedad una gran campaña audiovisual en todos los medios del país explicando cómo se usa el barbijo, cómo es el tema del distanciamiento, cómo deben comportarse las personas en la calle, cuánto influye hablar fuerte, cantar o fumar delante de alguien, qué se debe hacer cuando vas a cruzarte con un ñato que viene caminando de frente, cómo pasar a otra persona cuando querés apurar el paso y adelantarte, cómo acercarte a un tercero en cualquier situación, etc., etc. Para fin de año vamos a hacer los spots y hacia el final del verano los vamos a pasar por todos los canales. Ahora no tenemos tiempo porque estamos muy ocupados tratando de destituir a los miembros de la Corte Suprema de Justicia. Pero en cuanto terminemos con esta urgencia, nos dedicaremos a la prevención del coronavirus.
 
Dicho esto, también debemos llevar tranquilidad al núcleo duro kirchnerista que desde hace unos días la viene pasando bastante mal. Innecesariamente mal, porque no vale la pena hacerse tanta mala sangre por el simple hecho de que el Gobierno haya salido a apoyar las denuncias de violaciones a los DDHH en Venezuela.
 
No deberían estar tan embroncados. Tanto enojo y tanta angustia baja las defensas en un momento en que, si no te cuidás un poco, podés terminar siendo un dato más de las filminas presidenciales. Daría la impresión de que la militancia del Instituto Patria no entendió bien el asunto Venezuela y malinterpretó la medida oficial contra la democracia chavista.
 
El Gobierno que escrituró el campo nacional y popular, el de todos y todas, el de la matriz productiva con inclusión social, el de la Patria Grande con hotelería patagónica all inclusive, el del asado te lo debo y el aborto también, el que manejaba la pandemia mejor que todos los países del mundo pero pasaron cosas, no ha cambiado de opinión sobre el régimen militar venezolano. Tranquilos.
 
Simplemente ha tomado una momentánea decisión estratégica dado que, como todo el mundo sabe, el volumen de chavismo que hay en el corazón de un funcionario kirchnerista es inversamente proporcional al volumen de dólares que quedan en el Banco Central. Es decir, cualquier funcionario de este gobierno con dos dedos de frente (son pocos pero hay) sabe que, cuanta más guita necesitás menos chavismo tenés que demostrar.
 
Posiblemente ya sea tarde para demostrar una cara diferente y engañar al mundo occidental, pero siempre es mejor tarde que nunca.
 
La humilde sugerencia que desde aquí le damos a la bullanguera militancia para la liberación y a todos sus comandantes, es seguir el sabio consejo del canciller Felipe Solá: “Para mantenerse en política hay que hacerse el boludo”. Gran momento para que los fanáticos de la década inolvidable lo pongan en práctica. El Gobierno necesita que Occidente nos dé una mano en la negociación con el FMI y, si bien entendemos que el kirchnerismo quiera proteger a los torturadores venezolanos (básicamente porque son buenísimos torturando opositores), no sería éste el mejor momento para hacerlo. Calma muchachos. Conociendo a Cristina y sus Institute Patria’s boys & girls, no va a faltar oportunidad de defenderlos más adelante.
 
De hecho, y para que no queden dudas de cuál es el verdadero sentimiento del Frente de Tod@s sobre el chavismo, recordemos que el 24 de enero de 2019 la muchachada de La Cámpora marchó hacia la Embajada de Venezuela y, en esa oportunidad, el Cuervo Larroque declaró textualmente “nos acercamos a la embajada para expresar nuestro apoyo al gobierno de Nicolás Maduro”. Posta.
¿Qué pudo haber cambiado en el fondo de sus corazones en tan poco tiempo? Nada. Sólo que ahora nos quedamos sin guita y de algo hay que disfrazarse.
 
Obviamente, usted y yo amigo lector, sabemos que se quedaron sin guita, entre otras razones, justamente por defender y referenciarse en modelos como la democracia chavista. Pero esto es algo que el Instituto Patria recién lo va a entender cuando logren llegar al siglo XXI. Para eso falta una bocha. Recién volvieron de Woodstock y están en la cola sacando entradas para la despedida de Sui Generis en el Luna Park.
 
Mientras tanto, así las cosas, acá no entra un sólo dólar más. Ni va a entrar. Cuando son gobierno porque son gobierno y cuando no son gobierno porque en cualquier momento pueden volver a serlo. Un intríngulis casi imposible de resolver.
 
En un desesperado intento por revertir el problema, ha comenzado a circular la versión de que podría haber cambios. Se habla del jefe de Gabinete, Cafiero, o de los ministros Losardo, Bielsa, Frederic o hasta el mismo Guzmán.
 
Sería una muy buena opción. Cualquiera de ellos podría servir para ocupar la vicepresidencia de la Nación y con eso tratar de dar alguna señal más amigable, más razonable y sobre todo más cercana al siglo XXI. Pero no sería justo ya que el cargo de vicepresidente se obtiene por el voto y no por decreto.
 
De hecho, la vice fue elegida por millones de votos, suficientes como para ganar en primera vuelta después de haber explicado con absoluta precisión que iban a hacer exactamente lo que están haciendo.
 
El hecho de que lo que están haciendo provoque todo lo que está pasando es algo obvio, inevitable y popularmente conocido como “consecuencias”. Entre otras, la pérdida absoluta de confianza.
 
A propósito de confianza, quisiera pedirle al Gobierno nacional, en nombre de unos amigos inmobiliarios que convencieron a unos inversores que viven en Boston de comprar un terreno acá y hacer un edificio, si podría desmentir la declaración del jefe de Gabinete Santiago Cafiero en el sentido de que “la toma de una propiedad privada se convierte en un acto ilegal sólo si se define mediante una sentencia firme emanada por la autoridad judicial”.
 
Allá en Massachusetts no entienden de estas cosas y ahora los tipos se quieren echar atrás con la inversión. Alcanzaría con una desmentida temporaria del Presidente, al menos hasta que estos ingenuos norteamericanos escrituren y mis amigos cobren la comisión. Después ya está, que vaya Grabois y se les instale en el lote nomás. Será problema de los gringos.
 
Por supuesto, todo lo antedicho se resolvería fácilmente con un gran acuerdo político que diera señales claras tendientes a recuperar algo de confianza y sanseacabó. Pero esto nunca estuvo en el menú del Frente de Tod@s. Para ser sinceros, tampoco en el menú de Cambiemos.
 
Para aquellos que compraron otra cosa y no leyeron la letra chica de la boleta Fernández & Fernández, recordemos que el día 18 de octubre de 2019, dos semanas antes de las elecciones, Tío Alberto despejó cualquier confusión y pronunció la frase más contundente de su campaña: “Cristina y yo somos lo mismo”.
 
Por si hubiera quedado alguna duda, esta semana el Excelentísimo Señor Presidente de la Nación, Profesor Doctor Don Alberto Ángel Fernández (vamos a ponerle todos los títulos para levantarle un poco la autoestima) declaró: “Vengo a terminar lo que empezó Néstor y siguió Cristina”.
 
Uno podría decir: deje Master, gracias. Mejor no terminemos aquello que usted mismo dijo que era un desastre. Pero es inútil. Allá vamos. A toda velocidad. Ajústense los cinturones.
 
Por Alejandro Borensztein   *
11-10-20
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